12 Feb ¿Dónde explotó el primer grano de maíz, dando lugar a la primera palomita?
Mucho hemos escrito ya en este espacio sobre las palomitas de maíz, de sus múltiples propiedades, su magnífico sabor y sobre como las disfrutamos en momentos que asociamos con el entretenimiento y el tiempo libre. Momentos felices. También sabemos cómo cocinarlas y cómo prepararlas para que tengan los sabores que más nos gustan. De lo que hemos hablado poco es de su origen y de cómo se descubrió este divertido y sabroso alimento por primera vez.
A lo largo y ancho del mundo hay un montón de maneras de referirse a nuestras inconfundibles palomitas de maíz y que dependiendo de dónde estés son conocidas con nombres tan curiosos como: Crispetes, alborotos, rositas de maíz, gallitos, poporopos, poscon, poporochos, pochoclos, pururú, pop, popcorn, canchita, cancha perlita, canguil, pororó, cotufas, chivitas, cabritas de maíz, maíz tote, pipocas, rosetas, rosas, roscas, tostones, cocaleca, etc.
¿Pero más allá de su nombre, dónde explotó el primer grano de maíz, dando lugar a la primera palomita? A pesar de que los orígenes de las palomitas de maíz se pierden entre la neblina del paso del tiempo, lo que sí sabemos con cierta certeza es que este alimento es originario del continente americano y que su existencia es muy anterior de la llegada de Cristóbal Colón a las costas del nuevo mundo. En concreto, los primeros vestigios de palomitas de maíz se remontan a hace más de seis mil años en la Cueva de los Murciélagos en México y también a diferentes zonas de Perú, donde formaba parte esencial de la dieta de estas antiguas civilizaciones. Además de servir de alimento, las palomitas también eran muy importantes en las ceremonias religiosas de los Aztecas mexicanos y las celebraciones y fiestas de la Colombia precolombina, tanto como alimento como para confeccionar collares y tocados.
El primer contacto de las palomitas de maíz con la cultura occidental fue precisamente con el desembarco de las tres carabelas de Colón en las playas del nuevo continente y la posterior colonización de América Latina. Igualmente, en el norte del continente americano los colonos franceses documentaron que los indios iroqueses hacían explotar maíz en cuencos de arcilla caliente, con los que más tarde elaboraban cerveza y sopas. Fue a partir de estos contactos entre los indígenas y los colonizadores que las palomitas de maíz se hicieron muy populares en las culturas occidentales y pasaron a formar parte de la dieta de los miles de colonos que llegaron a América durante las diferentes oleadas migratorias que partían desde las diferentes naciones del viejo mundo.
La popularización y masificación del consumo de palomitas de maíz llegó gracias al ingenio del inventor Charles Cretors, que en 1885 ideó una máquina que, utilizando aire caliente, provocaba la explosión uniforme de los granos de maíz. Y como no podía ser de otra forma, una vez los vecinos y vecinas de los pueblos y ciudades, por los que Cretors pasó con su nueva máquina de palomitas para darla a conocer, probaron el delicioso manjar no quisieron seguir viviendo sin él. Fue así como gracias a esta nueva máquina las palomitas se pusieron de moda y empezaron a consumirse como delicioso entretenimiento en ferias y durante espectáculos y proyecciones de cine.
Desde ese momento hasta nuestros días la pasión por las palomitas de maíz no ha dejado de crecer en todo el mundo y se ha convertido en uno de los aperitivos más saludables, sabrosos, económicos y divertidos que existen en el mercado.
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